Todos los tenemos: es un familiar, un amigo, una pareja, un vecino... alguien que siempre llega tarde.
“Mi esposo llegó tarde hasta para el bautismo de su propio hijo. Es increíble. Siempre, siempre está en camino” (Rosario Denegri, 44 años).
“No hay nadie más impuntual en la vida que mi hermano y lo peor del caso es que siempre tiene alguien que lo espera y le soporta esto” (Graciela Yanicelli, 35 años).
“Teníamos que encontrarnos en el aeropuerto para irnos a Perú. Lo único que le pedí a mi novia es que no llegue tarde, que vaya unas dos horas antes del vuelo, así no se equivocaría. Y a pesar de que la estuve llamando todo el tiempo, casi perdemos el avión. Ella llega sistemáticamente tarde a todos lados. Siempre es porque se está arreglando. Cuando me enojo y le reclamo me contesta que no vale quejarme porque yo lo conocí así”. (Mariano Sosa, 37 años).
Perdiendo el control
Para el protocolo, la impuntualidad puede llegar a ser la peor de las descortesías. Para los que la padecen, es sinónimo de desidia. Para la ciencia, en cambio, los que siempre llegan tarde a todos lados en realidad son víctimas del reloj, y de su optimismo. Lo que pasa, en el fondo, es que estas personas tienen una mala percepción del tiempo. De hecho, diversos experimentos han constatado que los impuntuales crónicos no perciben el tiempo de la misma manera que quienes acostumbran a ser puntuales.
Un reciente estudio de la Universidad de San Diego, en los Estados Unidos, trató de encontrarle explicación al tema. La investigación se enfocó sobre el grado de optimismo de los individuos que llegan tarde: ellos creen que pueden realizar todas las tareas en un período más corto de tiempo y eso hace que pierdan el control sobre las agujas del reloj.
“La impuntualidad es desagradable. Se ve al impuntual como alguien desorganizado, poco confiable y poco creíble, irresponsable. Sin embargo, hay razones psicológicas positivas dentro de esta conducta. Hablo del optimismo de la persona que considera que puede hacer más cosas en el mismo tiempo, y esto va unido a la creatividad y a la flexibilidad, a un perfil de personalidad más relajado y que confían más en sus propias capacidades”, señala la psicóloga Graciela Chamut, master en Dirección de Empresas.
En este tipo de personalidades hay que rescatar que reducen el estrés, alejan los riesgos de enfermedad cardiovascular y son claves para construir y mantener equipos, puesto que mantienen un buen clima de trabajo, mayor productividad y mayor originalidad en la producción, señala Chamut. Del este punto de vista, los puntuales se verían como más obsesivos, más estructurados y menos flexibles.
No obstante, Chamut sostiene que la clave es el equilibrio. “No hay que olvidar que la puntualidad nos permite recuperar el valor del tiempo y de la palabra, realizar trabajos y actividades en condiciones adecuadas, y mostrar educación en la propia vida y respeto por el otro”, destaca.
“Tardones” crónicos
Judit Castellà, investigadora especializada en memoria, atención y percepción, habla de “tardones” cuando se refiere a los impuntuales. Ha realizado varios trabajos sobre el tema en la Universitat de Barcelona y la conclusión es que la impuntualidad esconde razones fisiológicas, psicológicas y sociales. “Por eso, aunque mucho se lo proponen, les cuesta cambiar esta conducta. Es un hábito muy interiorizado. No es que ellos quieran ser así, que deseen faltar el respeto al otro”, detalla la experta, en contacto con LA GACETA.
Cada persona tiene un cronómetro interno y no percibe el paso del tiempo de la misma forma, explica. Es un mecanismo metabólico, dice. Por ejemplo, si a alguien que tiene un tempo interno muy elevado le piden que presione un cronómetro a los 60 segundos es probable que lo haga cuando hayan transcurrido 50 segundos. “En cambio, si tienes un tempo más lento, subestimas el correr de las agujas y crees que puedes hacer algo en cinco minutos cuando en realidad necesitas ocho o 10”, dice Castellà.
También en la puntualidad influyen factores psicológicos, resalta la especialista. “Tiene que ver mucho con la personalidad. Aquellos que son puntuales son más organizados, más impacientes, más ambiciosos, más preocupados por cumplir los plazos y más ansiosos. En cambio, los impuntuales son más relajados, más creativos, poco estresados.
La impuntualidad también se relaciona con los factores socioculturales: en cada persona influye la presión social, si la cultura y el país en el que vive valora o no la puntualidad”, especifica Castellà. Y concluye: “a menudo son vistos como maleducados e irrespetuosos. En realidad a la mayoría de los impuntuales no les gusta serlo, querrían luchar contra ello porque esto les trae muchos problemas: suelen quedar aislados, pueden perder trabajos, amistades, vuelos en avión y hasta la regularidad académica”.
Y vos ¿qué tipode impuntual sos?
Fuente: información
provista por Judit Castellà
1- El optimista. Subestima el tiempo que le llevará realizar una tarea o sobreestima sus recursos para cumplirla en un determinado plazo. Siempre planea demasiadas cosas para hacer.
2- El distraído. Es una persona olvidadiza, distraída, con déficit de atención, que no está atenta al paso del tiempo; no tiene una percepción realista de él y le cuesta gestionarlo.
3- El maleducado. A veces la impuntualidad es una conducta aprendida en casa porque los padres siempre fueron impuntuales y no le enseñaron, precisamente, la importancia de llegar a tiempo.
4- El narcisista. Considera que puede llegar tarde porque está por encima de los demás. Utiliza el control del tiempo y el retraso como una forma de imponerse.
5- El histriónico. Le gusta llegar tarde, que lo estén esperando, para llamar la atención, para ser el centro de la reunión. Son personas con baja autoestima.
6- El fóbico social. Prefiere llegar tarde para asegurarse de que ya se habrá reunido un grupo, habrá comenzado la interacción social, y no serán ellos quienes tengan que iniciar las conversaciones a medida que llegue el resto.
7- El obsesivo-compulsivo. Se obsesionan con comprobar tantas cosas antes de salir de casa el gas, la luz, el agua, las puertas que siempre llegan tarde a sus citas.
8- El perfeccionista. Pasa horas y horas acabando sus tareas, le cuesta dar por finalizada una para pasar a la siguiente, y eso le ocasiona dificultades para gestionar bien el tiempo.
9- El postergador. Necesitan adrenalina para hacer las cosas, necesitan sentir la presión para terminar todo a último momento.
10- El depresivo. Le falta decisión y energía para realizar las tareas programadas. Le da pereza salir de casa, no sabe qué ponerse, qué transporte elegir, y su indecisión y ambivalencia le hacen llegar tarde a muchas de sus citas.
11- El relativista. Es el que dice: “15 minutos no son para tanto”. Siempre expresa que no está de acuerdo con la rigidez de los otros.
Consejos
ADELANTAR EL RELOJ
Es la primera norma para los impuntuales. Los expertos sostienen que la mejor manera de llegar a tiempo es adelantar media hora todos los relojes.
CRONOMETRARSE
Para ser puntuales es básico calcular bien el tiempo. Tengo que saber cuánto tardo en hacer cada tarea de mi rutina diaria (bañarme, cambiarme, llegar de la casa al trabajo, por ejemplo). No olvidar que los impuntuales suelen subestimar el tiempo que demoran en hacer sus cosas.
SER MÁS PESIMISTA
Prever que pueden surgir imprevistos a la hora de calcular el tiempo. Así no se sobrecargará de actividades.
DETALLAR LA AGENDA
Detallar paso a paso lo que tengo que hacer en el día: salir de casa, caminar hacia la parada del colectivo, caminar hasta el trabajo. Esto nos permite ser más precisos al calcular el tiempo requerido para acudir a un compromiso.
RECOMPENSARSE
Al impuntual le cuesta mucho llegar a la hora y, cuando lo logra, es bueno sentirse compensado. Hágase usted mismo halagos.